La ilustración se cuenta a si misma, hacia adentro. La historieta, sus viñetas, cuentan a la precedente y a la siguiente, haciendo referencia a la totalidad de las viñetas. La solitaria viñeta se disuelve, cuenta hacia afuera, se desarrolla hacia adelante y hacia atrás, se mueve. Estatismo frente a velocidad. Un estatismo, el de la ilustración que acaso sea falso y se mueva en espiral.
Sin embargo no carece la historieta de introspección gráfica, de hecho es uno de sus elementos esenciales, y segrega narrativos datos en la capacidad dramática del trazo, del estilo, de la composición…Mas, a grosso modo, pudiéramos definir la diferencia entre una ilustración y una viñeta en el carácter centrífugo de esta y centrípeto de aquella. Divergir y converger.
Así, la viñeta que no se preocupa de su propio movimiento, que no lo explicita, tiende a lo ilustrativo y documental. A lo ensimismado (otro género entre los múltiples géneros en los que se mueve la historieta). Quienes dicen que los géneros han muerto simplemente hacen publicidad del género que preconizan. Pues sin unos códigos narrativos altamente definidos, se hace historieta experimental, vanguardista: de nuevo, otro género.
Abrir, hacer mover la narración, se consigue por medio de la sucesión de viñetas. Sucesión elíptica, en la que la duración de la elipsis se ejerce a voluntad. (Yo mismo, a veces, realizo historietas en las que se representa lo elíptico que no se muestra en una narración clásica)
La historieta, pues, no sólo muestra, sino que sugiere lo no mostrado. Es el lector quien reconstruye su tiempo, quien le da sentido. El dibujante de historietas lo sugiere y preconiza.
En cualquier secuencia existen momentos que la ejemplifican, tantos como otros que la reconstruyen. Escoger, así, el momento propicio para la elipsis es, efectivamente, otro de esos momentos cruciales en los que la historieta ejerce de tal. Propiciar la elipsis puede efectuarse de modo evidente, clásico, generalista. Como, también, hacerlo en el momento más inadecuado (espécimen nada desdeñable si la narración pretende otros ámbitos fuera del lugar común).
El lenguaje de lo masivo es el lugar común. Asunto que precisa de una técnica nada despreciable, modulando lugares comunes, clichés y lenguaje definido y entendible. Institucionaliza iconos, genera sublenguaje propio. Todo reconocimiento generalista, masivo, genera un género. Los géneros culminan su estereotipo y entran en senectud cuando ya sólo se refieren a si mismos. Cuando su ombligo ha sido definido.
Pero decíamos al comienzo que el lenguaje de la historieta es abierto, interpretativo, aún posibilitado de novedades narrativas.