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Durante más de quince años tuve el honor de trabajar para el profesor…(es de justicia guardar su anonimato, aunque de todos sea conocido como profesor Franz Moska) en los talleres de la Academia Experimental del Doctor Flope. Fue el profesor reconocida autoridad en el difícil arte de la Ortopedia Civil, esa rama de la psiquiatría que cuida del placer. Fueron años de ardua investigación con protosimios micélicos, vertebrados unicelulares y placentarios urbanos de todas clases, hasta dar con la teoría general de las Neuronas Libidinosas, que tantos quebraderos de cabeza le dieron en su vida privada.
El profesor solía reflexionar sobre temas mundanos mientras su escalpelo seccionaba con delicadeza las distintas masas encefálicas que caían en sus manos. Yo, mientras tanto, andaba al cuidado de los flexores cuánticos y otras mediciones. No sin darme tiempo a ir anotando sus entretenidos comentarios sobre el arte del vivir del que era sibarítica eminencia. Murió el profesor de un empacho y aquellas notas quedaron postergadas en un cajón del boureau de mi despacho particular. Solía leerles a mis invitadas lo más florido de aquellas anotaciones cuando la mutua confianza que da un buen trago seguido de otro aconsejaba intimidad. Y no pocas fueron las que encarecidamente me animaron a su publicación. Fue la viuda del profesor la que a través de una amiga común me animó definitivamente a planteármelo seriamente.
Mi amistad con la señorita Silver Samsa hizo el resto. Y en “Sólo para Moscas”, el blog que dirige, vi el cubículo adecuado para su ecuménica difusión. Y así comenzó todo esto.
Ramón Bao Ros (Técnico en Flexores Ortopédicos por la Universidad de Pensacola)