Archivo mensual: enero 2010

Profesor Moska Volumen 1

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Durante más de quince años tuve el honor de trabajar para el profesor…(es de justicia guardar su anonimato, aunque de todos sea conocido como profesor Franz Moska) en los talleres de la Academia Experimental del Doctor Flope. Fue el profesor reconocida autoridad en el difícil arte de la Ortopedia Civil, esa rama de la psiquiatría que cuida del placer. Fueron años de ardua investigación con protosimios micélicos, vertebrados unicelulares y placentarios urbanos de todas clases, hasta dar con la teoría general de las Neuronas Libidinosas, que tantos quebraderos de cabeza le dieron en su vida privada.

El profesor solía reflexionar sobre temas mundanos mientras su escalpelo seccionaba con delicadeza las distintas masas encefálicas que caían en sus manos. Yo, mientras tanto, andaba al cuidado de los flexores cuánticos y otras mediciones. No sin darme tiempo a ir anotando sus entretenidos comentarios sobre el arte del vivir del que era sibarítica eminencia. Murió el profesor de un empacho y aquellas notas quedaron postergadas en un cajón del boureau de mi despacho particular. Solía leerles a mis invitadas lo más florido de aquellas anotaciones cuando la mutua confianza que da un buen trago seguido de otro aconsejaba intimidad. Y no pocas fueron las que encarecidamente me animaron a su publicación. Fue la viuda del profesor la que a través de una amiga común me animó definitivamente a planteármelo seriamente.

Mi amistad con la señorita Silver Samsa hizo el resto. Y en “Sólo para Moscas”, el blog que dirige, vi el cubículo adecuado para su ecuménica difusión. Y así comenzó todo esto.

Ramón Bao Ros (Técnico en Flexores Ortopédicos por la Universidad de Pensacola)

Chimenea (1D12)

1ª Parte - La muerte y el muerto (1)

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01- La espera

La noticia es escueta. Y en ella se resume en una palabra (en estas ocasiones es cuando más se sintetiza la noticia) lo inabarcable: se muere.

Hay palabras tan concretas que apenas cambian con el tiempo; a ellas, la moda, no las afecta. Resumen lo irresumible. Son palabras que están fuera de nuestro campo de acción, la muerte, el morirse alguien, es una de ellas.

Así que no había esperanza, se moría.

La muerte siempre está por encima de los muertos. Un sentimiento pagano hacia las cosas disocia a la muerte del muerto. Tras ella, el muerto deja de existir, incluso como muerto y reina la muerte. Poco se puede creer en otra vida cuando se tiene a ésta por incierta. Que alguien viva, que yo viva, lo he tenido siempre por improbable. Nos notamos vivir como un ir muriendo. Así que nada de trascendencias, la muerte está por encima de lo muerto. La muerte es una soledad sin impertinencias.

El andamiaje del morirse es variado. Su representación canalla, sin grandeza. Las grandes muertes son mixtificaciones, pedagogía para los vivos.

Alguien cercano se está muriendo. Nos avisan. En mi caso, contemplo a la muerte más que al muerto.

02- El agonizante

El agonizante yace tendido sobre una cama hospitalaria, maciza y hueca, repintada y alta. Ya sus movimientos son apenas la convulsión espaciada de su inútil lucha. Su pecho respira a bocanadas irregulares, asciende y desciende como un cohete, y se desploma. Inconsciente, según nos parece, su cuerpo se aferra al estímulo de sí mismo.

De vez en cuando el corazón le falla y golpea su pecho, sin estridencias, obligándole a vivir. Son actos cuya necesidad se reparte entre el amor a la vida y el temor a la muerte. Se prolonga la agonía por no perder la esperanza que en cada uno de los vivos aún anida.

El agonizante sin remedio se va muriendo en habitación compartida. Dos son los otros enfermos: El uno se aburre en la cama y, a ratos, cierra sus ojos para contemplar su aburrimiento; el otro, parece que mejorará, y se entretiene frente a un televisor que vomita impertinencias. El contraste entre los tres enfermos es enorme. Y la proximidad del agonizante no afecta lo cotidiano. Es todo bastante penoso.

Entran, llegan, y salen familiares de visita. Miran al agonizante. Algunos lo compadecen; otros, los más, se limitan a contemplar intrigados el espectáculo de unas carnes que se van. Un leve espasmo les recuerda las suyas.

Lágrimas saltan en una anciana que conoce al agonizante desde sus infancias propias. Es un dolor sordo, casi sin remedio, aceptado con resignación. Sus lágrimas, sin embargo, brotan espontáneas; se van formando lentamente, engordan y caen por sus mejillas aradas. Al televisor hay que inyectarle más monedas, si no es así, se apaga.

Un Caballo llamado Jaime

El taller de Manolo Martín

Boceto general

Bocetos para la Cabeza-Pollo

Bocetos variados

Una de gambas

Más ración de gambas

El caballo Jaime a la intemperie...

...en la calle de la Paz (Valencia)

con los demás jinetes

el personal le pega el ojo

Apoteósico desfile

Las ovaciones fueron calurosas

Un caballo llamado Jaime

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Coincidiendo los Aniversarios del centro comercial Nuevo Centro (sus 25 años) y el 800 del nacimiento del Rey Don Jaime, el señor McDiego organizó una de sus tropelías habituales…ilustrar la conocida estatua del Rey Don Jaime…se contó para el evento con 25 Ilustradores Artistas en general.

El proceso escultórico tuvo lugar en El Taller de Manolo Martín, donde Manolo Martín Jr nos atendió con su habitual gentileza…especial mención es de anotar al señor Luís Ferrer, que dirigió el maremágnum brillantemente (téngase en cuenta que domesticar a 25 intrépidos artistas no es tarea fácil y exige mucha paciencia).

Una vez acabados los actos se procedió a la subasta de las figuras en beneficio de la Casa de la Caridad en su labor de ayuda contra la pobreza y la mendicidad.

Las fotografías son de Marcos Sória y Pepi Ureña.

Churubusco

Ralph en la Jungla Neurótica 0.1

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Grandes Seriales – Comienzo de «Ralph en la Jungla Neurótica» – 1ª Parte –

El Asteroide Caimán y los Hijos del Océano

Una Fantasía Capitalista para seres momentáneos – Realismo Depresivo –

Costumbrismo Biológico – Melodrama Invertebrado – Folletín Industrial

Un viaje alucinatorio hacía los placeres estomacales

La Mente Paleozoica a su Alcance

Fumadores

El sevillano Leopoldo García Ramón, como miembro honorario de la Academia Universal del Humo, publicó en el París de 1881 un opúsculo curioso: “El arte de fumar” (Tabacología Universal). Allí citó palabras del divulgador científico señor Figuier sobre el asunto: “el tabaco es un excitante del cerebro; por esta razón ejerce en los hombres la seducción, el arrebato que inspira todo excitante agradable. Interrogad a un fumador inteligente y preguntadle por qué fuma. Dirá: mi paladar o mi olfato son agradablemente halagados por el humo de un cigarro. Me place seguir con la vista las caprichosas formas que toma el humo, ya se enrolle en anillos, ya se esparza en azuladas espirales. El tabaco ejerce sobre mi espíritu una influencia benéfica; me calma si estoy agitado; me arrulla muellemente si estoy tranquilo; otras veces excita mi imaginación, siempre adormece mis penas y me distrae de mis angustiosas preocupaciones”.

Sólo el amargado, el que ha consignado su vida al idealismo ramplón de sus verdades puritanas, evidente signo de no haber vivido, fustigará con fruición estas palabras. En nuestros tiempos, ante la infinita maldad del capitalismo soez, que apetece de nuestros cuerpos bien engrasados en su maquinaria mercantil, la necesidad de evasión y ausencia es perentoria. En un mundo en el que la locura ya es normalidad y la razón científica es forúnculo moral, sólo nos queda eso…fumar (y aún debieran estar agradecidos los guardianes del horror).

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Cuatro autorretratos de fumador.

Autores

Espérame en el cielo