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Circo Zevra…un libro en preparación…bocetos del álbum de cromos
Publicado en GALERIAS SPM, Sala Zevra
Dejábamos a Vldmir Zevra sumido en su tristeza. Violette decidió, tampoco alegremente, dejar su compañía. Vldmir buscaba un motivo, sin comprender que no se refería a él. Poco a poco se fue dando cuenta de su error. Quizá amparado en ese sentido de propiedad tan dado en el hombre no supo comprender a Violette hasta que, en la soledad del monte bajo, fue apreciando que Violette también se sumía en sus propias necesidades. No existe el dos y todo son unos. Sólo bajo este prisma apreció, no solamente lo falso de su tristeza, sino la propia belleza de la resolución de Violette.
Retrató a Violette entonces, no el lo físico y encantador, sino en el recuerdo de las variadas emociones que vivió junto a ella. Y, poco a poco, fue recobrando su alegría. Yo le ayudé a ponerlo sobre el papel. Envié los dibujos a Violette y también, me confesó, cesó de sufrir. La vida es sencilla, querido lector.
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…no se sabe muy bien si este Martes o el Viernes…¡Ay con los artistas! siempre con vahídos y tonterías…
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Hace algunos años, 1982, se presentó Vldmir en mi estudio. Taciturno y silencioso. Para ensayar sin parar con sus insectos. Y sobre estar la mayor parte del día juntos, apenas me hablaba; y yo, comencé a intrigarme.
Una semana más tarde me pidió carteles para esos números que estaba perfilando…y mientras pude ver las evoluciones de sus insectos, tomando apuntes, desapareció.
Sólo una nota encontré en mi gabinete, escuetas palabras: “Violette me ha abandonado”.
Violette Zevra era su compañera. También domadora de lo imposible, risueña y extremadamente reservada. Yo, por supuesto, dibujaba sus carteles. Trabajaba con pájaros, generalmente gorriones. Y era-es la persona más amable que uno puede conocer. Había dejado a Vldmir.
Conocía su paradero y se lo oculté a Vldmir; puesto que Violette así me lo había pedido. No sé más.
8 actuaciones pretendía efectuar Vldmir en el lavadero municipal de Manises. Más tarde recibí un telegrama del propio Zevra instándome a que colocara la carteleria en dicho lavadero. Así lo hice. Y hoy eres tú, querido lector, quien puede volverlos a contemplar.
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